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Pasqualina Curcio
Con la siguiente cita de Karl Marx tomada de “Salario, precio y ganancia”, transcripción de las conferencias que dio en 1865 en el marco de la Primera Internacional, comienza mi reciente libro titulado “Teoría general de los precios, el salario, la producción y el dinero en guerra económica”: “Los valores de los artículos de primera necesidad y por consiguiente, el valor del trabajo pueden permanecer invariables y, sin embargo, el precio en dinero de aquéllos puede sufrir una alteración porque se opere un cambio previo en el valor del dinero.

Con el descubrimiento de yacimientos más abundantes etc., dos onzas de oro, por ejemplo, no costarían más trabajo del que antes exigía la producción de una onza. En este caso, el valor del oro descendería a la mitad, o al 50 por 100. Y como, a consecuencia de esto, los valores de todas las demás mercancías se expresarían en el doble de su precio en dinero anterior, esto se haría extensivo también al valor del trabajo. Las doce horas de trabajo que antes se expresaban en seis chelines, ahora se expresarían en doce.

Bandera cuba: imágenes, fotos de stock libres de derechos | Depositphotos

Parece muy posible que todo lo ocurrido en Cuba a partir del pasado domingo 11 de julio lo hayan alentado un número mayor o menor de personas opuestas al sistema, pagadas incluso algunas de ellas, con intenciones de desestabilizar el país y provocar una situación de caos e inseguridad. También es cierto que luego, como suele suceder en estos eventos, ocurrieron oportunistas y lamentables actos de vandalismo. Pero pienso que ni una ni otra evidencia le quitan un ápice de razón al alarido que hemos escuchado. Un grito que es también el resultado de la desesperación de una sociedad que atraviesa no solo una larga crisis económica y una puntual crisis sanitaria, sino también una crisis de confianza y una pérdida de expectativas.

A ese reclamo desesperado, las autoridades cubanas no deberían responder con las habituales consignas, repetidas durante años, y con las respuestas que esas autoridades quieren escuchar. Ni siquiera con explicaciones, por convincentes y necesarias que sean. Lo que se impone son las soluciones que muchos ciudadanos esperan o reclaman, unos manifestándose en la calle, otros opinando en las redes sociales y expresando su desencanto o inconformidad, muchos contando los pocos y devaluados pesos que tienen en sus empobrecidos bolsillos y muchos, muchos más, haciendo en resignado silencio colas de varias horas

La trama del magnicidio en Haití: infiltración paramilitar y conexión norteamericana 

La última conferencia de prensa oficial, encabezada por Claude Joseph -autodesignado presidente interino de Haití- y por Léon Charles, director de la Policía Nacional, precisó por fin el número total de implicados en el asesinato del presidente de facto Jovenel Moïse. Se trata de 28 sujetos, dos norteamericanos -James Solages y Joseph Vincent- y 26 colombianos, militares retirados de las fuerzas armadas de Colombia, según confirmó ayer el Ministerio de Defensa de ese país.

7 de los paramilitares fueron abatidos durante enfrentamientos sucedidos con las fuerzas de seguridad. Por otro lado,15 de ellos han sido capturados: la mayoría por la policía, pero otras por el propio accionar de la propia población civil, que tras capturar a al menos dos de ellos en Jalouzi, en una zona próxima a la de la residencia de Moïse en Pelerin, decidieron entregarlos a las autoridades. Del resto se desconoce aún su paradero.

Mercenarios y paramilitares

La infiltración de mercenarios y paramilitares, en particular de nacionalidad norteamericana, no es nueva en el país. En febrero de 2019, ocho personas fueron capturadas en el centro de Puerto Príncipe, en las inmediaciones del Banco Nacional de Crédito. A bordo de dos camionetas sin matrícula, llevaban consigo rifles automáticos, pistolas, drones, teléfonos satelitales, un telescopio y chalecos antibalas, según lo

 

Para pronosticar la recuperación económica en Venezuela, o en cualquier país del mundo, es necesario, primero, conocer cuáles han sido las causas de la caída de la producción nacional. Entre 2013 y 2020 el producto interno bruto ha registrado una disminución abismal de 73%, es decir, estamos produciendo alrededor de una cuarta parte de lo que se producía hace 7 años. 

Como todo fenómeno económico, social y político, las causas suelen ser múltiples, sin embargo, entre todas ellas siempre hay algunas que más peso tienen. En este caso son dos: 1) la caída de las exportaciones petroleras; 2) el ataque al bolívar. Recuperar la producción nacional pasa necesariamente por revertir estos dos factores o, por lo menos, sus efectos.  

  1. Caída de las exportaciones petroleras

Venezuela no es un país monoproductor de hidrocarburos. Desde la década de los años 70, de todo lo que producimos, solo el 15% es producción petrolera, el otro 85% corresponde a otras actividades económicas entre ellas agricultura, manufactura, construcción, servicios. Sin embargo, somos monoexportadores, el 95% de las ventas en el exterior son por concepto de petróleo. Aquí como en cualquier país del mundo, las divisas que ingresan por exportaciones se utilizan principalmente para 1) importar no solo bienes de consumo final, por ejemplo, alimentos y medicamentos, sino también insumos y materia prima, tecnología, maquinaria y repuestos para la producción; 2) cubrir los compromisos de deuda externa; 3) ahorrar sumando a las reservas internacionales.

 

Luis Britto García

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Apenas consolidado en Guayana, Bolívar encomienda a  Fernando Peñalver en carta de primero de septiembre de 1817:“Sobre todo mándeme de un modo u otro la imprenta que es tan útil como los pertrechos”. Quizá de esta misiva proviene la frase atribuida al Libertador “la prensa es la artillería del pensamiento”. No la hemos encontrado en  sus escritos: aparentemente es  versión de la expresión anterior modificada por la tradición oral, sólo que superior en  fuerza expresiva. Enfermo Peñalver,  el Libertador encomienda a José Miguel Isturiz que viaje a Jamaica para  la adquisición de una imprenta, y llegada ésta en 1817, contrata al inglés Andrés Roderick para que la maneje y forme aprendices criollos. Por la grave escasez de numerario, el pago se hace en mulas. Es el comienzo del legendario Correo del Orinoco.