Aviso

 

Javier Milei acaba de insultar groseramente, una vez más, al presidente colombiano Gustavo Petro. Desencajado, el presidente argentino persiste en sus ataques a propios y ajenos. Días atrás calificó a los miembros del Congreso de la Argentina como un “nido de ratas” (elegidas por la ciudadanía, conste); o a uno de sus excompinches, Ricardo López Murphy como “traidor y basura”; y a su actual Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, a quien en la campaña electoral la fulminó por ser una “montonera asesina”. 

 

El migrante se había endeudado por diecisiete mil dólares para que un coyote lo pasara por la frontera. Una visa legal hubiese sido cien veces más barata, pero las embajadas de Estados Unidos no le dan visas a los pobres.

Un atardecer, en un estacionamiento de Jacksonville Beach, un policía me preguntó por qué estaba caminando sin dirigirme a ninguna parte. Lo miré y pensé en la justificación puritana del sexo: es solo para reproducir feligreses.

Because I feel like it (Porque se me antoja) ―le contesté, y continué caminando.

  

Israel está vendiendo al mundo una historia para mostrar que todo lo que comete en Gaza constituye “autodefensa”. Pero, ¿qué tan efectiva es su estrategia?

En este trabajo del régimen sionista israelí por limpiar sus crímenes, de maquillarlos o al menos tratar de contrarrestarlos nos hemos encontrado en estos días, con una sostenida campaña de relaciones públicas, que ha implicado la visita de cientos de periodistas a los territorios palestinos históricos ocupados, que denominan Israel, para tratar de mostrar desde el terreno —nunca mostrando la devastación en ciudades palestinas devastadas hasta los cimientos— que las acciones de exterminio del ejército israelí son de “autodefensa”.

 

Darnos cuenta de los interese económicos, las transgresiones y las guerras detrás de los bienes que consumimos cada día es toda una odisea.

La guerra por las materias primas no es nueva. Las necesidades de diferentes naciones por tratar de desarrollar sectores de su economía, apoderarse de mercados para su venta y capturar países con reservas de commodities que garanticen la disponibilidad constante para ese progreso, es legendario. Esta evolución ha seguido una lógica a lo largo del tiempo: competir por el dominio de la producción, mantener las fuentes de recursos y compradores, y finalmente, apoderarse de los lugares geográficos donde se encuentran las reservas.

 

“No olvidadizos sino olvidadores/ he aquí que también llegan/ entre otras herrumbradas circunstancias la degeneración/ las taras del olvido, la falsa amnesia de los despiadados/ Es ilusión de estos olvidadores/ que los otros las otras los otritos/ no sigan recordando su vileza/pero son fantasías sin futuro ni magia/ si la sangre de ayer alcanzó a Macbeth/ cómo no va a alcanzar a estos verdugos de pacotilla y pesadilla/ […] ocurre que el pasado es siempre una morada/ pero no existe olvido capaz de demolerla”. -Mario Benedetti, “Olvidadores”, en El olvido está lleno de memoria, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2000, p. 15.