Aviso

 

En Estados Unidos, diferentes grupos de atletismo femenino (desde fútbol hasta el tenis) han luchado por una equiparación de salarios con sus colegas hombres desde los años 70s.[i] Según el imperio del mercado que rige no sólo la economía de los países sino sus formas de pensar y de sentir, la diferencia se justificaría por la ley de la oferta y la demanda. La misma ley que hasta no hace mucho justificaba que las mujeres pagasen más en seguro médico que los hombres porque requerían algunos cuidados particulares relacionados a su aparato reproductivo. En gran medida todavía es así.[ii] Necesitan más servicios, que paguen más. Pero aceptar que las sociedades y la existencia humana se organicen completamente bajo las leyes del mercado es, por lo menos, cuestionable y arbitrario.

 

¿Estamos obligados a hacernos esta pregunta?

A medida que transcurre el exterminio sin piedad contra el pueblo palestino por  la banda sionista de okupación llamada “Estado de Israel”, crecen  con igual intensidad  la tragedia y soledad de ese pueblo, la  inquietud por su futuro y la repulsa y el asco mundial contra esa organización de psicópatas de Israel al mando de Netanyahu, comandante supremo del crimen organizado en Oriente Medio. Con sus soldados, sus apoyos diplomáticos en Europa y EEUU y las armas que recibe de  este último país y de su propio comandante supremo de la guerra internacional, se cierra el círculo opresor al indefenso pueblo palestino, Dentro  de ese círculo se quema a bombazos  con especial tino a los niños y niñas para evitar que siga multiplicándose la población. Asesinarles sistemáticamente, premeditadamente, como en el holocausto nazi o el genocidio indio, es propio de criminales de la peor especie. Y estos lo son.

 

El sistema alimentario mundial es un desastre que avanza lentamente, pero no está roto. Funciona exactamente como se supone que funciona un sistema alimentario capitalista: está en constante expansión, concentrando la riqueza en unos pocos monopolios poderosos, mientras transfiere todos los costos sociales y ambientales a la sociedad” (Eric Holt-Giménez) i/.

Las nuevas enfermedades zoonóticas están inextricablemente ligadas a la industrialización de las aves de corral, los cerdos y el ganado vacuno. En marzo, Cal-Maine Foods [Ridgeland, Mississippi], el mayor productor de huevos de Estados Unidos, informaba que las gallinas de una de sus plantas de huevos de Texas habían contraído la influenza tipo A altamente patógena, más conocida como gripe aviar. Para evitar la propagación de la enfermedad, la empresa sacrificó 1,6 millones de aves de corral. Este es solo el último sacrificio masivo en el actual brote de gripe aviar: más de 100 millones de aves de corral de granja e innumerables aves silvestres han muerto en Estados Unidos y Canadá desde principios de 2022ii/.

 

Mientras los medios corporativos sigan envenenándonos, no habrá democracia real

Se me ocurrió googlear la palabra «democracia» y me sorprendí cuando, debajo de una serie de contenidos patrocinados —o sea, pagos—, la primera acepción de la lista la describía como… un videogame. En serio. Existe un juego de simulación política que se llama Democracy. El jugador toma el lugar del Presidente o Primer Ministro y debe producir políticas en diversas áreas, mientras lidia con las consecuencias de sus decisiones… y también con imponderables, claro. ¡Como todas las democracias! Ojalá persuadiésemos a Milei de dedicarse a la versión virtual, en vez de seguir experimentando con seres vivos.

 

El control de los ritmos de trabajo por parte de los algoritmos combina el uso más avanzado de la tecnología con prácticas y métodos que recuerdan a los sistemas de explotación laboral del siglo XIX y al vasallaje del Medioevo.

En el análisis de las economías de plataforma no han faltado quienes identifican una mezcla entre tecnología de vanguardia y prácticas decimonónicas o, incluso medievales, una especie de futurismo vintage que combina “utopías futuristas gobernadas por bits y robots” y “formas de explotación del trabajo que creíamos enterradas en el tiempo”, según la introducción del libro coral Cuando tu jefe es una app (Katakrak, 2020).