
Que no sea necesario otro Chernobyl para cerrar las nucleares
- La energía nuclear o atómica, después de 70 años de funcionamiento y de 80 años del lanzamiento contra la población civil de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, constituye el mayor desastre tecnológico, humano y económico de la historia. Por eso suscribimos el lema: ¿Nuclear? Ni civil, ni militar
- La industria atómica y nuclear, conlleva ocultación, las autoridades soviéticas tardaron casi 48 horas en informar oficialmente del accidente y no se comunicó la magnitud del desastre hasta varios días después. La ciudad de Pripiat tardó 36 horas en empezar la evacuación.
Toda central nuclear como industria-almacén de residuos radiactivos, es un objetivo militar potencialmente mortífero, con consecuencias más allá del propio edificio donde se sitúan. Chernóbil todavía lo es y, han pasado apenas 40 años, con un alcance territorial imprevisible según las circunstancias del incidente y el desplazamiento de la radiactividad a zonas muy lejanas del desastre. Los riesgos de la energía atómica se extienden en el espacio y el tiempo.
La ocultación y minimización de los riesgos sanitarios y ambientales es algo consustancial a la industria nuclear, incluida la gestión de los residuos radiactivos y los incidentes y accidentes de las centrales en funcionamiento. En Chernobyl se intentó reducir la percepción internacional del desastre, incluso cuando Suecia detectó niveles anormales de radiación y exigió explicaciones. Las cifras reales de radiación fueron ocultadas inicialmente, tanto al público como a muchos de los propios trabajadores. Así más de 600.000 personas participaron en la limpieza, muchos sin el equipo necesario.
Si el coste de los accidentes nucleares es dramático para los seres vivos, tampoco es barata la gestión de la energía nuclear desde la minería de uranio y su posterior enriquecimiento, pasando por la construcción segura de las centrales y de los almacenes de residuos, el transporte, los gastos de seguridad, y la gestión de residuos casi eternos. Aún no tenemos un emplazamiento para el Almacén Geológico Profundo en territorio español donde sellar estos residuos. Son muchas las razones para parar ya, las más importantes las de la salud, Edouard Rodríguez Farré alertaba del crimen perfecto que supone la imposibilidad de demostrar lo que se sabe que ocurre, pues hay un periodo de latencia para poder estimar los efectos de las radiaciones.
En España se ocultaron, graves accidentes, como Palomares (1966) aún secreto de estado clasificado, el reactor de la Junta de Energía nuclear (1972), y el grave incendio del reactor de Vandellós-1 en 1989 (central inaugurada en 1972), que estuvo a punto de originar un nuevo Chernóbil y en el que la voluntariedad de los trabajadores, y el azar, salvaron de la hecatombe. También hemos rozado un gran accidente en el caso de la fuga del refrigerante en Almaraz I (1988), o por la avería en el servicio de aguas esenciales de Vandellós-2 (2004), o el escape de partículas de Ascó (2008). Se han producido numerosos fallos en las bombas de refrigeración en Almaraz (2016), y cambios constantes de piezas esenciales dadas todas las imperfecciones tecnológicas y abandono de la cultura de seguridad que se ha incorporado ya después del accidente de Fukushima.
En España, el lobby electronuclear siempre ha presionado para proteger la industria minimizando daños colaterales, incluso con el Consejo de Seguridad Nuclear, ya con una reglamentación más garantista. Ahora el lobby está apoyado por partidos irresponsablemente pronucleares, que obvian lo peligrosa, sucia y cara que es este tipo de energía. Parece que tampoco han leído el informe de la AMAC (Asociación de Municipios en Áreas de Centrales Nucleares) que dice la Central Nuclear de Almaraz no ha tenido el efecto tractor y generador de sinergias industriales que podría esperarse de las dimensiones de esta inversión. No se han creado empresas auxiliares sostenibles por sí mismas, ni un tejido industrial capaz de generar empleo de calidad, conocimiento y riqueza, para poder afrontar con más solvencia el cierre previsto de la Central.
Con el cierre en el horizonte, se puede considerar que ha habido dejadez de las administraciones públicas provinciales, regionales y nacionales por el desarrollo de estos pueblos y las personas que en ellos habitan, pueblos que ha mostrado una enorme generosidad con todo el territorio nacional durante años, y que ahora se enfrentan a un futuro complejo, partiendo de una situación mucho peor de la que tendrían en caso de no haberse instalado la Central en su territorio. Se recogen en este informe una serie de recomendaciones y la esperanza de que, si como parece por las cifras, la central expulsa población del territorio, su cierre puede suponer un nuevo florecer demográfico en estos pueblos de la comarca del Campo Arañuelo.
El apagón nuclear de hace unos días ha servido para demostrar que la red eléctrica no se ha inmutado, ni ha habido apagones, ni peligrosas fluctuaciones. Y aunque se pueda decir que en Semana Santa hay menos demanda de electricidad, en los 7 años de cierre escalonado es posible la instalación de renovable y almacenamiento suficiente para satisfacer la demanda extremeña y de otras regiones con mayor población y consumo. Se necesitará un uso muy limitado del ciclo combinado en algunos momentos.
Además, hay que incrementar tanto en el autoconsumo en las casas, las industrias, los edificios públicos y las comunidades energéticas con modelos de redes de gestión ciudadana que resuelven el consumo a lo necesario, prevén el reciclaje y el almacenamiento, que en conjunto pueden reducir un 25% el consumo actual.
Ecologistas en Acción de Extremadura