Aviso

 

El Estado colombiano, servil a los intereses económicos y políticos de los imperios, de acumulación de capital, y para la agresión a otros pueblos de la región, ha venido implementando una estrategia criminal de violencia contra el pueblo, la cual cuenta con ejes como la implantación del paramilitarismo, la corrupción político administrativa, las ejecuciones extrajudiciales, los desplazamientos forzados, la militarización de la vida cotidiana, las masacres, entre otros encaminados a acallar cualquier voz y acción popular que sienta torpedee esos fines.

En este sentido, nuestros territorios vienen sufriendo las consecuencias de la alta militarización y paramilitarización. El pie de fuerza en Colombia viene en crecimiento, actualmente cuenta con 446.000 integrantes, y un presupuesto de 33.4 billones de pesos, 3.2 billones más que en 2017, según informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, destinados supuestamente para la defensa “de la vida, la honra y los bienes de los ciudadanos”, y en esta

 

El movimiento Marcha Patriótica reportó el asesinato de Daniel Esterilla Grueso, quiera era desmovilizado de la guerrilla de las Farc. Según los reportes preliminar, el hecho sucedió este lunes sobre las 5:00 p.m. en el municipio de El Charco, en Nariño.

Esterilla Grueso, de 61 años, perteneció al frente 29 de las Farc, se acogió al proceso de paz y se dedicaba a la agricultura en el municipio de Iscuandé, en donde residía.  Según las primeras informaciones, desconocidos le dispararon tras asistir a una reunión en las que se trataron asuntos relacionados con la reincorporación a la vida civil.

 

“¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees acaso que el Universo es algo? ¿Que montar sobre la cabeza de un alfiler es subir? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a los sucesos? ¿Pensáis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Imagináis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano”.

Simón Bolívar, “Delirio en el Chimborazo”.

Cuando el pasado 12 de junio de 2019 después de un largo e indecible  martirologio y con el respaldo de las Altas Cortes concernidas, el ex comandante de las FARC-EP y negociador del Acuerdo de Paz firmado entre esta guerrilla y el gobierno Seuxis Pausias Hernández -Jesús Santrich- hizo su ingreso a la Cámara de Representantes para ocupar la curul de la que es legítimo titular, fuimos testigos indignados  de uno los  más deplorables espectáculos de los muchos a los que nos tiene acostumbrados  el Congreso de Colombia.

 

Coviandes y el Ministerio de Transporte aseguran que la vía Bogotá Villavicencio estará cerrada por lo menos durante tres meses, tiempo en el que esperan estabilizar el talud de la zona cercana al municipio cundinamarquez de Guayabetal.

En extensos artículos y con gran cobertura mediática se habla de las pérdidas de los dueños de las aceiteras de palma (sí, esos que tienen inundado el Meta, y están relacionados con la deforestación y el paramilitarismo en otras partes del país), las arroceras, cañeras, los productores de cerdo (como La Fazenda que viene envenenando territorios en Puerto Gaitán y donde Álvaro Uribe tiene inversiones), la producción bovina, maicera y de frutas. La mayoría de estos negocios, de los ricos. No porque las clases populares no se vean afectadas, pero a los medios no les interesa el

 

El pasado 12 de junio los legisladores del ultraderechista Centro Democrático miembros de la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes, incluido el presidente de dicha Comisión, protagonizaron un bochornoso y antidemocrático escándalo, cuando se aprestaba a intervenir en dicha sesión el representante a la Cámara por el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Jesús Santrich, el presidente de la Comisión levanta la sesión, cuando los legisladores del CD se levantaron y salieron del recinto, según alegaron en protesta porque no avalan ni están dispuesto a escuchar a un señor acusado de narcotráfico.

Este hecho demuestra en primer lugar que en Colombia no reina un verdadero sistema democrático y se irrespeta el estado de derecho de los colombianos, el hecho es mucho más grave y forma parte de la guerra de cuarta generación, donde no es el uso de las armas el que se emplea, sino el de la guerra psicológica, con el uso de una manipulación mediática, para sembrar la matriz de opinión que Santrich, es un narcotraficante.