
Se hace referencia a la famosa película en la que se le pide a los inquilinos que entreguen la casa y la dejen pintada; entonces, deciden llevarse todo, hasta los adobes y, en el último muro que queda, pintan una casa con el letrero: "Ahí les queda su casa pintada". Algo parecido ocurre en la política colombiana.
A primera vista, no interesa si una sobrina de la reina de la coca, se enriqueció negociando con memo el fantasma; pero lo que sí queda muy claro es que no se quiere que nos gobierne. (No tiene por qué ser así). Lo primero no se puede evitar como ciudadano; lo segundo, sí.
El negocio del narcotráfico no se legaliza porque deja de ser precisamente "negocio". En un marco legal habría que pagar al estado, quien actúa como socio principal de todas las empresas, hasta un 37% de impuestos, con IVA más parafiscales; una buena tajada. Es decir, se tendrían que repartir esas ganancias con el resto de la sociedad, ya que teóricamente, el estado es su representante.
Por eso, el narcotráfico sigue siendo ilícito y protegido, bajo cuerda, por los gobernantes. Para la muestra, a una persona que se le encuentran en su finca varios laboratorios de coca, se le mantiene como "embajador", no propiamente diplomático, pero sí cubierto con sus prerrogativas.
Comercio tan ilícito, como la esclavitud, el tráfico de órganos, la trata de blancas, la colonización, el apartheid, la invasión a países, el asedio a la heroica Palestina, el bloqueo a países, la organización mundial del comercio, la deuda externa, el interés bancario, las ejecuciones extrajudiciales, la desaparición de personas, el desplazamiento forzado de campesinos, la represión brutal; o sea, tan ilícito y muy rentable, como el capitalismo.
Así que mejor que pagar al estado, es más ventajoso y práctico, tomárselo, usar los recursos y privilegios de éste, a la vez que se tapan las fechorías. Como el caracol, se esconden en su caparazón y caminan con él, sobre la baba social que expelen sus periodistas.
No aportan directamente al estado, pero lo usufructúan. Se venden, al menor postor, las empresas estatales, que son de todos los colombianos. Es el caso presente de ISA. Es como si se alquilara una casa y el inquilino decide, por cuenta propia, vender las puertas y ventanas, con el pretexto de comprar pintura para mejorar el inmueble; pero si se investiga un poco más, se encuentra que las está vendiendo regaladas para la finca de un amigo suyo, que es su socio.
No es de extrañar que, desde el gobierno, se violen leyes, se nombren funcionarios de bolsillo en entes de control y se expidan articulitos de emergencia, hasta dejar a la sociedad como un remedo de República democrática. Las Constituciones, en las sociedades de clase, siempre tienen un carácter nominal, como Contrato Social. La ley es para los de ruana.
Tal como dicen los grandes clásicos, hay hechos que se suceden primero como comedia y luego, como tragedia; así el inquilino de la casa de nari, le dice a la sociedad colombiana: "Ahí les queda su hijueputa constitución pintada".
Marzo 20 de 2021