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Como seres biológicos estamos formados por células, que se agrupan diferenciadas en órganos bien diferenciados; pero si se hace un análisis del ADN, se puede saber a quién pertenecen. Cuando una persona se moviliza, los huesos no van por un lado, los músculos por otro, las piernas por otro. Todos los órganos marchan en un universal de manera coordinada y en equipo, cumpliendo funciones perfectamente establecidas.

Y ese Ser humano es a la vez un individuo que desde sus particularidades participa en el universo social, como miembro de un sindicato, grupo de teatro, movimiento literario, agrupación musical, periódico, revista, página virtual, colectivo, tertulia, organización y muchas más formas. Surge entonces la inquietud acerca de la marcha de lo universal social. La pregunta angustiante: ¿Qué hacer?

En sus Cuadernos Filosóficos, analizando a Hegel, Lenin ilustra cómo, cuando el conocimiento no sale de su particularidad, se queda en lo sensorial, en lo empírico, en la percepción, en lo subjetivo.

Dice el líder bolchevique: "El buen sentido no es filosofía", basado en este comentario de Hegel: "El buen sentido es el modo de pensamiento de su época, y contiene todos los prejuicios de dicha época" (Pags 258, 259).

Hay otra reflexión hegeliana, muy al caso cuando de interpretaciones se trata. "Lo que se piensa es siempre subjetivo, y por lo tanto no es lo existente, ya que, a través del pensamiento, un existente se transforma en lo pensado" (pag 259). Para evitar mayores discrepancias – que siempre es bueno que existan- y prevenir descalificaciones, es bueno saber en cuál universal se está parado y reconocer la necesidad de profundizar en el estudio de los aconteceres humanos, ya que las caricaturizaciones y simplificaciones facilistas devienen en mitos, supersticiones y abren el campo a la ignorancia y a la manipulación.

Partiendo de los pensadores griegos, de Feuerbach y de Hegel, Lenin resalta que "el lenguaje universaliza". La palabra nos universaliza, el debate nos universaliza, nos obliga a reconocer al otro y a reconocernos en el otro. Pero esto es ya demasiado revolucionario. Y aquí hay que volver a insistir sobre el concepto hegeliano, hasta que se aplique, de "el trabajo la paciencia, la seriedad y el dolor de la negatividad dialéctica"

Porque es mejor que no nos saquen de nuestra particularidad y de su confort ideológico; no vaya a ser que la realidad no corresponda con lo pensado. Es más cómodo hacer lo que cada quien piensa, sin tener que discutir con otros; entonces se lucha solo porque se sabe qué es lo que hay que hacer, según su percepción de los social; se marcha solo porque se cree tener una conciencia y combatividad superior a los demás, a quienes se les aventaja en pensamiento y claridad.

 Hay que reconocer los grandes problemas internos y externos que enfrenta la izquierda en la realidad colombiana: 1) la represión violenta que ha martirizado a la población y a los revolucionarios, 2) el bloqueo a toda iniciativa de la oposición, 3) los medios de comunicación que siembran el desconcierto, 4) el aislamiento con respecto a los sectores populares, 5) el alejamiento de la filosofía y, 6) el sectarismo.

Reconocidas estas seis crudas realidades y después de tanta sangre que ha corrido, es muy atrevido, pero necesario decir, que la gente no hace la revolución porque no quiere y por eso prolongan su sufrimiento. Hay una responsabilidad histórica.

Cuando se hable de organización popular se debe entender que son organismos que deben marchar en un universal social de manera coordinada y en equipo, cumpliendo funciones perfectamente establecidas.

 

Bibliografía: Cuadernos filosóficos de Lenin. Tomado de Editorial Ayuso

Junio 17 de 2020