Aviso

 

Las autoridades en Colombia, están muy atentas si una Señora sale a un parque a vender empanadas a las cinco de la mañana, pero no se dan cuenta si funcionarios públicos sacan fraudulentamente, decenas de millones pesos al día, usando las instituciones en su beneficio personal.

El escándalo suscitado en Buenaventura, que involucra a la familia de uno de los funcionarios de la Dian, enriquecido por dejar pasar cargas de contrabando, deja muchas preguntas. El caso de esta familia es apenas una cascarita de la pintura de los buques que llegan al principal puerto de país.

Si ese es el nivel de vida de ellos, ¿se imaginan cómo estarán de forrados en el billete los dueños de la carga? Esos a los que nunca la fiscalía ha encontrado, ni encontrará. Se sabe que el poder económico representa poder político, social y hasta militar en este tipo de sociedades tan descompuestas.

En uno de los audios que circularon, llama la atención el que la reprimenda  del jefe del funcionario, sea porque se mostraron en las redes sociales y en ningún momento por daño al país y a la imagen de la institución. Raro, ¿no?. A menor escala, la madre de la muchacha dice que es que la gente es envidiosa; o sea, la falta está en los demás, no en la conducta ilícita.

La Dian es muy acuciosa para determinar cuánto se gana un trabajador colombiano al año, para  lo cual usa los más avanzados sistemas de cómputo y de big data, pero parece que no tiene el mismo detalle para su control interno; se ve que es fácil establecer cualquier indicador por volumen de carga o por número de contenedores ingresados, para saber cuáles son los ingresos esperados de impuestos por día en el principal puerto del país. Además, hasta las empresas medianas tiene una contraloría. Pero esta institución ha sido burlada desde adentro, en el día a día. Extraño, ¿no?

El ilícito se descubre, no por la función de los entes de control, sino porque los infractores hicieron ostentación de sus riquezas; si se quedan callados, a lo mejor aparecería como si nadie se hubiera dado cuenta. Lo más vistoso e inaceptable para una sociedad tan pacata como la colombiana, es que una familia de negros pueda darse la gran vida. Pero, no cabe en la cabeza el que a una persona solita, se le haya ocurrido semejante fraude y que sea el único caso.

Cualquier persona se habrá preguntado cómo es posible que las mercancías de contrabando crucen las tres cordilleras de los Andes y lleguen a las grandes ciudades del interior, sin ser detectadas, al menos por la policía de carreteras. Carreteras que tienen ”el billete pulpito y que son como un cajero automático”, tal como han dicho algunos de ellos. La coima vuelve invisibles a los contenedores, momento en el que sería más práctico incautar, pero sí han sido notorios los ingentes y escasos allanamientos en los centros de almacenes al menudeo, que todavía siguen funcionando. ¿Quiénes lo permiten?

Detrás de todo esto se mueven grandes poderes en todos los niveles. Para tapar este enorme hueco fiscal, se necesitan muchas reformas tributarias y pensionales. Ha sido exitoso un político que en los últimos cuarenta años ha hecho en el país lo que le ha venido en gana, provocando un mayor y más evidente deterioro institucional, al modelar a la sociedad colombiana y orientarla al estilo de las mafias del narcotráfico y al servicio del paramilitarismo. Gran maestro de lo ilegal.

Como dice un Señor muy visto en las redes sociales: "El país está diseñado para robar".

Todo esto ocurre en un mundo manejado por delincuentes que de forma abierta, descarada y abusiva, asaltan a los países, a sus ciudadanos y recursos.

Pero no por siempre. Vivan las luchas de los pueblos por su libertad y por el derecho a la vida digna.

Abril 16 de 2019