Aviso

 Quienes no escarmentamos de nuestras propias experiencias y, de las lecciones ajenas. Estamos  condenados a caer en los vicios de inacción y perdición que destruyeron a otros en el pasado (¿la historia se repite?).

Profunda la crisis social y comunitaria que afecta a Cali, la tercera ciudad colombiana, en estos primeros dias del 2016. Los caleños se quedaron sin agua, la salud es una ruina como consecuencia de la corrupcion de los politiqueros y el transporte publico masivo sencillamente no funciona.

A pocos meses de la firma de los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC, y de iniciarse un proceso similar con el ELN que supere el conflicto armado colombiano, conviene revisar aspectos subjetivos de la vida política  que están imbricados en este trance excepcional en que hemos entrado como sociedad.

En días pasados hice un comentario sobre el gravísimo problema que representa el acceso del fascismo al poder, y ya han mostrado sus dientes con el control de una de las ramas del poder público: El legislativo. Con la prepotencia y arrogancia que los caracteriza, ya han declarado

“…la lucha que vale no es la que se ha ganado o perdido. Es la que sigue, y para ella se preparan los calendarios y las geografías. No hay batallas definitivas, ni para vencedores ni vencidos. La lucha seguirá, y quienes ahora se regodean en el triunfo verán derrumbarse su mundo”

( Marcos, Subcomandante insurgente zapatista, en su rebobinar 2)