Aviso

Se acerca inexorable la fecha del plebiscito en que los ciudadanos decidiremos si apoyamos los acuerdos que ponen fin al conflicto con la mayor de las estructuras armadas que han desafiado con las armas al estado, o si nos devolvemos de espaldas al abismo de la guerra. En la puja por doblarle el brazo al oscurantismo político que encarna el voto por el NO, aparecen realidades que van señalando de qué está hecha la barbarie en que hemos vivido.

La humanidad, tiene hoy un enemigo muy poderoso y muy peligroso. Tan es así, que incluso muchos pueblos y sus gobiernos están siendo atacados por esa monstruosidad que en algunos casos no los  detectan o en otros, se sienten obligados a tolerarlos pese al daño que generan a sus pueblos y sus estructuras sociales, económicas y políticas.  

No existen los conflictos, si no hay fuerzas opuestas batallando cada cual por imponerse.   Tampoco se puede hablar de paz, convivencias o unidad, si un sector mayoritario de la población está oprimido y no reacciona ante la dominación; por que la represión y el temor le impiden  expresarse. La mal llamada paz social capitalista, es solo un sometimiento a la fuerza de las mayorías por las minorías avaras. Por eso necesitan ejércitos y policías.

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Con la campaña plebiscitaria caminando, la sociedad colombiana saca a relucir sus mejores reservas políticas y democráticas para rechazar los pregoneros de la guerra y la mentira.

Crece la audiencia del Si a la paz en el Plebiscito del 2 de octubre.

No se puede pensar que exista una constitución de validez eterna, sagrada-creada por los dioses- o establecida por una ley de la naturaleza que la hace inmutable. Todo lo que el ser humano crea es un producto de su desarrollo cultural. Toda constitución corresponde a unos intereses de validez temporal en un momento histórico.