La injusta concentración en la tenencia de las tierras, la intensa actividad de los movimientos campesinos en América Central y el Caribe, y la influencia de numerosos grupos de cultivadores europeos, fueron los factores que motivaron la creación de La Vía Campesina como movimiento transnacional, y cuya conformación se produjo en el mes de mayo de 1993, en una conferencia llevada a cabo en Mons, Bélgica.
46 representantes, hombres y mujeres de organizaciones de campesinos pobres, pequeños agricultores, jóvenes cosecheros, pueblos indígenas y trabajadores del campo de varias regiones del mundo, motivados por la amenaza estratégica que el neoliberalismo representaba para sus vidas y para la organización del campesinado mundial. Sus raíces se remontan tiempo atrás, durante la década de los 80. Los miembros fundadores participaron en intercambios, lo que permitió el diálogo entre iguales e impulsó un crecimiento exponencial, hasta alcanzar connotación y origen internacional. En la actualidad, la Vía Campesina, reúne a 182 organizaciones internacionales, en
calidad de miembros de 81 países. Algunas organizaciones representativas son: la Coordinadora Campesina de Europea, la Asociación de Organizaciones Agrarias de Centroamérica y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Campesinas en Nuestra América.
La Vía Campesina se creó con unos objetivos comunes de los pobladores del campo en todo el mundo: 1. Rechazo explícito del modelo neoliberal de desarrollo en la ruralidad. 2. Una determinación firme de no “desaparecer” como organización. 3. Un compromiso para trabajar juntos, y dar así, fuerza a la voz y a la acción del campesino, hasta cuando se genere el cambio en los espacios democráticos y que otorguen a la gente del campo un papel importante para decidir en asuntos que tengan un impacto positivo en sus vidas. 4. Oponerse al control corporativo sobre los bienes y recursos naturales y las tecnologías productivas. 5. Defensa de la soberanía alimentaria. 6. Estimular los procesos de reforma agraria y redistribución de tierras para los campesinos pobres.
A través de la estrategia de “construir unidad en la diversidad” y basados en su propio concepto de Soberanía Alimentaria, las organizaciones de agricultoras y agricultores del mundo, adelantan trabajos para garantizar el bienestar de las comunidades rurales y conquistar mayor acceso al control de los recursos de la producción local, mediante una mayor participación en el poder social y político mundial.
La Vía Campesina surgió en un particular contexto económico y político que diezmaba la capacidad de los campesinos y campesinas del mundo, a mantener el control sobre la tenencia de la tierra y la autonomía y soberanía sobre las semillas. En la actualidad, el Movimiento es la organización más numerosa del mundo, ya que cuenta con más de 200 millones de asociados.
La Vía Campesina se ha convertido en una voz, cada vez más resonante de la oposición radical a la globalización de un modelo neoliberal y corporativo del neoliberalismo.
Otras aspiraciones, no sólo de la Vía Campesina, sino de otros sectores de la sociedad mundial, son: 1. Llevar el cambio al campo, cambio que mejore los medios de vida, que aumente la producción local para satisfacer el consumo de alimentos y, con ello, eliminar el hambre y la desnutrición. 2. Ampliar los espacios democráticos que den a la gente del campo, un papel digno e importante y una posición social, que les permita decidir en asuntos que tengan impacto, tanto en sus vidas, como en las de otros sectores de las sociedades urbanas, que se benefician de sus logros, como la protección de los ecosistemas hídricos, el manejo y conservación de la biodiversidad. El movimiento afirma que este tipo de cambio puede ocurrir solamente cuando las comunidades locales conquisten un mayor acceso al control de los recursos de la producción local, y cuando tengan una mayor relación con el poder social y político mundial.
La Vía Campesina reivindica la Agroecología como la ciencia o disciplina que incorpora los conocimientos de los procesos ecológicos en la producción agrícola, pecuaria y forestal, relacionados con los sistemas alimentarios.
En Colombia, la Misión Internacional de Vía Campesina, ha acompañado a distintas organizaciones adscritas a dicho Movimiento, mediante la solidaridad en el contexto político y territorial en el que se desempeñan. Lo hacen, a través de la denuncia de la alarmante criminalización y muerte, de cientos de personas que lideran los procesos locales de producción y organización social, en relación con los acuerdos suscritos en la Habana, entre el Estado Colombiano y las FARC, en 2016. Algunas de esas organizaciones son: la Asociación Nacional de Mujeres del Campo e Indígenas de Colombia, movimiento cofundador de Vía Campesina; la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina; la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia y la Federación Nacional Unitaria Agropecuaria de Colombia.
Con júbilo para el campesinado, el 17 de abril de 2020, la ONU emitió una declaración sobre los Derechos del Campesino, en la que se consagran los derechos y se defienden los beneficios de la Agricultura Familiar Campesina y Comunitaria, en un documento en el que se contemplan 28 artículos, que señalan la necesidad de un modelo agropecuario sin agro tóxicos ni transgénicos, y se reafirma la íntima relación entre la Vía Campesina y los Derechos Humanos.
En la ciudad de Medellín, el Colectivo Regional de Apoyo a la Vía Campesina, en sus 12 años de existencia y, de la mano de la Corporación para la Investigación y el Eco desarrollo Regional, han adelantado procesos formales de educación para el Desarrollo Rural. Sus acciones se han encaminado al estudio de las problemáticas nacionales, regionales y locales del sector agrario, y a la aproximación y relacionamiento con sectores de la academia, de la producción agroecológica de alimentos para la estabilidad social y productiva del sector campesino, que lucha por su sobrevivencia, ante un estado indiferente, que prefiere la transgénesis, sobre la producción agrícola campesina; y que privilegia la producción ilícita de sustancias sicoactivas, en vez de impulsar la economía familiar, comunitaria y sostenible.