Aviso

 Por: NORBERTO BETANCOURT O.
"plata, plata, platica; que por muy enredado que esté todo nudo lo desata" (dicho campesino). La libertad dada al ex -presidente Álvaro Uribe Vélez y Aníbal Gaviria Correa, muestra bien a las claras el carácter clasista, excluyente y de mercancía que tiene la justicia colombiana. Si los cargos que se le indilgan a estos dos personajes, fuera para un pobre, eran suficiente para que se pudriera en la cárcel. Pero no, son millonarios, influyentes en la política, "de buena familia", tienen un grupo de abogados que los sacan a flote, no importa el precio y los cargos con que se le acusan. Esto tiene su explicación de fondo en la manera como el país es gobernado, lo cual se explica en seguida.    

El país está organizado con base a una vasta jerarquía burocrática representada en dos partidos de ideología feudal y burguesa que se sientan tranquilos nadando en las aguas dulces, mansas y apacibles del presupuesto nacional. La gran mayoría vive marginada y excluida de los espacios de participación ciudadana y manejo de la cosa pública.

La población que vive de la burocracia, ha perdido el sentimiento de las cosas patrióticas. Se interesa exclusivamente en sus negocios y en su prosperidad individual y alardea de un desdén elegante por los asuntos del bien común y colectivo y manifiesta una ignorancia distinguida por los problemas de la república.

Fuera de las actividades rigurosamente individuales y con propósitos individuales, la vida en su sentido comunitario y colectivo de la nación, sufre una parálisis total. Todos los estímulos de índole intelectual desaparecen, sustituidos por la intriga, la trapisonda, el ardid, la zancadilla, la eficacia del caciquismo, la preponderancia de las roscas.

Es mejor ser pariente de un funcionario que ser intelectual, da más resultados afiliarse a una "rosca" que ser competente y ser probo; y no hay elevados pensamientos, ni profundos estudios, ni conducta irreprochable, ni nada parecido que valgan a la matrícula en la servidumbre de un cacique, al cual hay que entregarle hasta la misma conciencia. La vasta urdimbre de estos intereses creados se sostiene por el silencio, la truculencia, la quietud, la oscuridad y todo lo hecho a espaldas de la opinión pública.

El bipartidismo, en que por motivos ideológicos, sentimentalismos, tradiciones o por simple conveniencia personal, se ah dividido la población colombiana, se ha ido transformando lenta, envolvente, simultanea y de manera inexorable, en dos compañías anónimas que tienen por objetivo y negocio las explotación del presupuesto nacional. Los programas ideológicos se reemplazan por prospectos de rendimientos burocráticos y por eso los partidos no buscan para que los dirijan a mentes intelectuales si no a expertos en maniobras electorales, que es el negocio propio de las dos compañías ya referenciadas. Los partidos no van al pueblo para resolver sus angustias y necesidades, si no tras el voto.

Es sintomático y revelador el meticuloso cuidado con que los partidos mantienen alejados de la dirección de eso que llaman política a intelectuales de verdad. Ellos oxigenarían el ambiente, llevarían un soplo de ideas y de grandeza, crearían un medio espiritual levantado y elevado. Pero eso no se trabaja, no se necesita, no se usa, incomoda, estorba, sería como la piedra en el zapato para los políticos profesionales que allí anidan. Las diferentes divisiones a nivel de los partidos, o la creación de otros de la misma estirpe no cambian el panorama existente, ya que van con los mismos propósitos.

El bipartidismo y otros de la misma clase que dividen a la población, se han ido transformando en compañías anónimas, que tienen como meta apoderarse del presupuesto nacional.

La virtud que triunfa es la hipocresía, prospera la mezquina codicia del nepotismo. Tal es el ejemplo que se le da a la juventud. Aunque esto nos es todo. La amistad, el carácter, la consecuencia, son pamplinas. La juventud es consciente que la política que triunfa es aquella que pisotea la amistad, la consecuencia y se apoya en la insinceridad y el disimulo; este ambiente impone también el olvido de principios. Las convicciones son una antigualla que se tiene que esconder, ya que su exhibición es una frenta y ofende el carácter rebañego construido al influjo de las conveniencias económicas de los grupos dirigentes. La desgracia de nuestro tiempo es el predominio sin contrapeso de la mediocridad y la incompetencia...no podemos darnos el lujo de la ineptitud.

Al que no toma parte en la acciones de la explotación burocrática, al que cree todavía en las añejas ideas de probidad, libertad, justicia, distribución equitativa de la economía, el servicio desinteresado al país, celo por el bien público; y por lo tanto  no ve ético ni moral y le repugna ingresar en el tropel gregario; se le silencia, se le desautoriza, se le ignora, se le hace la vida incómoda, se le expulsa de la colectividad partidista. Allí su presencia esta fuera de lugar para los fines y metas que al interior de estos partidos y grupos se manejan, centrados en la corrupción, la burocracia, el nepotismo, y la incompetencia.

Nuestro país mantiene el terreno abonado y la vía libre y pavimentada a todo tipo de descomposición social porque sientan sus raíces y dinámica en el dinero, no en los valores, la ética y la moral.

 

¡!colombia es un país espiritualmente enfermo!!

 

NORBERTO BETANCOURT O.