Pocos presidiarios en el mundo, tienen el privilegio de poder asistir a un tratamiento odontológico estético, transportados y escoltados por las autoridades penitenciarias.

Tal vez ningún país en el mundo tenga un presidente que se atreva a hacer temerarias denuncias en la ONU, soportadas sobre documentos falsos, con el método computarizado de copiar y pegar, como si se tratara de una tarea de muchachos de enseñanza media.

Pocos gobiernos en el mundo se rodean de funcionarios expertos en el cinismo y la arbitrariedad para establecer las políticas de una nación. Delincuentes que evaden la justicia; entes de control que promueven y ocultan el delito; legisladores dispuestos al mejor postor; autoridades militares que se enriquecen de la ilegalidad.

Todo eso ocurre en Colombia; un país en el que un presidente del congreso, hace “jugaditas” para torpedear los procesos legislativos e impedir la participación de la oposición; para el jolgorio del partido de gobierno y sus más crudos aliados de derecha.

El país se hunde en la burla a sus propias instituciones; todo porque un gobierno de narcos no puede construir una República constitucional donde primen la democracia y el derecho. Se impuso el estilo mafioso en la política; fuga de presos, amenazas a jueces, asesinato de testigos, compra de funcionarios, contrataciones a dedo, amenazas y muerte de políticos de oposición, el robo como método. El 8 de octubre, las cortes deben actuar para poder salir de este tenebroso fondo.

Todo este oscuro panorama de terror interno, mueve también los señalamientos de lo ridículo hasta contribuir a diseñarle una sonrisa al mundo entero, que saca también las carcajadas. ¿Hasta cuándo?

Octubre 7 de 2019