Aviso

 

Todavía está calientico el incidente en el que unos ciudadanos son multados con un poco más de ocho cientos mil pesos, por comprar empanadas. Pero este suceso tiene mucho más contenido que este delicioso bocado de la culinaria colombiana. En el fondo está el nuevo código de policía que profundiza en la sanción y en el control de la población.

Los ciudadanos ya no podrán comprar las empanadas en las calles, pero sí en los almacenes de cadena. El conocido argumento será la salud pública, la dignificación de la profesión y que se generará empleo. Triviales sustentaciones en un país en el que la gente muere por la deficiencia de las políticas de salubridad; en el que se promulgan reformas laborales que buscan pagar menos salarios y en el que se reprime con sevicia la protesta popular por derecho a la vida digna.

No es tanto que se viole el espacio público con las ventas callejeras, sino que se violan las leyes del capital. Es un delito el que los vendedores ambulantes obtengan alguna ganancia sin dar participación a las grandes corporaciones. ¿Acaso no han visto que estos comerciantes informales, tienen que pagar la vacuna a los combos? Pues también deben dar su tributo a los capitalistas y sus políticos. En este caso ya no se sabe quien aprendió de quien; si los combos de los banqueros, o estos de aquellos. Ambos se enriquecen con la misma infamia.

No es cierto, como dicen algunos políticos, que es que los vendedores callejeros no quieren un empleo. Hoy, es de envidiar a los que tienen su propio negocito para obtener un ingreso para sostener su familia, sin tener que someterse a la humillación de los mandos medios del ejército industrial, con contratos cada vez más precarios. No se permite que las señoras de los barrios populares produzcan sin generar plusvalía; es urgente quitarles su plante y sus ilegales utensilios artesanales. Con razón dicen los zapatistas que para ellos el capitalismo es despojo, explotación, humillación y represión. Nada más claro.

Para garantizar el cumplimiento del ataque a los vendedores, está la leal policía, dotada ahora de nuevas herramientas financieras que les permitirá incrementar sus ingresos; tal como se les ha oído decir que “en la calle el billete está pulpito, es como si fuera un cajero electrónico”; entonces ya no serán ocho cientos, sino negociables; con cinco comparendos al día, tranzados en veinte mil, obtendrán una entrada extra de cien mil pesos, sin tener que trabajar ni madrugar tanto, como los vendedores ambulantes. Entraran a engrosar las filas de ocupantes del espacio público; sólo faltaría que perifoneen la promoción, gritando: “comparendos a veinte mil” o que lo hagan con volantes en el que los ofrezcan a $19.990 para hacerlos más atractivos.

Falta mucha justicia y educación ciudadana en todas los ámbitos del país.

Marzo 4 de 2019