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La actividad histórica de Jorge Eliecer Gaitán no puede comprenderse sin profundizar su calidad humana, su pensamiento y acción. Estos grandes valores subjetivos, enmarcados en las necesidades objetivas de la sociedad en la cual desarrollo su personalidad vigorosa, constituyen los elementos esenciales para interpretar su poderosa figura.

 

Fue una existencia corta, meteórica, una existencia de lucha y de superación constante. Se fue temprano, si comparamos con la vida de sus contemporáneos, casi todos muertos en una edad bastante avanzada para su tiempo. Su recto carácter y el haberse planteado desde su juventud una meta: la conquista del poder para el pueblo, es lo que perfila su vida de aristas definidas y perdurables.

Desde la escuela y la universidad su carácter indomable y su insaciable sed de conocimientos y anhelo de sobresalir aparecen en la superficie de todo su quehacer vital. Tiene y obtiene a fuerza de lucha y de auto impulso las condiciones subjetivas para enfrentarse a una tarea titánica y, su temperamento fogoso, lo atempera con las grandes veladas sobre los libros y la disciplina de las jornadas a través de la acción permanente. Su pensamiento y el querer llevarlo a la práctica son los 2 grandes pilares sobre los cuales construirá su personalidad avasalladora. Toda su vida se desenvuelve sobre este plano temperamental. Es así como su energía desbordante se enruta por los difíciles caminos del reformador social, del revolucionario. Es el estadio adecuado para el ejercicio de sus ambiciones y ensueños. El enfrentamiento al orden establecido le acarrea obstáculos que para una persona de menor voluntad lo aplasta.

La conciencia de la necesidad absoluta de un determinado fenómeno sólo puede acrecentar la energía del hombre que simpatiza con él y que se considera a sí mismo una de las fuerzas que originan dicho fenómeno. Anotaba Plejánov en su obra “el papel del individuo en la historia”, y es aquí donde se centra y concentra la energía humana de Gaitán: se considera causa y efecto, fruto y semilla. Gaitán asume su papel con plena conciencia de los riesgos que esto acarrea y lo asume hasta sus últimas consecuencias. Su vida y su sacrificio son la plena comprobación de esta decisión.

Es importante tener una perspectiva central de Gaitán como hombre conjugando y en perfecta simbiosis, al individuo y a su pueblo.

De Gaitán puede afirmarse, sin temor, que fue un hombre que trabajó para su pueblo y que su pueblo, como él lo llamaba, se identifica con él. Fue un fenómeno especial de mutua asociación y estimulo recíproco. La biografía de Gaitán puede reducirse a su acción reflejada en su pensamiento y sus actos los cuales fueron básicamente reducidos a la actividad pública que eclipsó y colocó en segundo plano su vida privada. Es el caso de una absoluta entrega a sus ideales en forma de pasión sin intermitencias. En alguna oportunidad se definía. Yo no soy un hombre, soy un pueblo. La tarea señalada a su vida desde tempranas horas de su juventud fue definitiva y jamás desvió su peregrinar de combatiente contra la injusticia. “ser revolucionario-decía- es ir contra el eje mismo de lo que se juzga absurdo y perjudicial; pero seriamente, metódicamente, centralmente. El revolucionario sabe que la labor es ardua, dura, difícil y por lo tanto considera que la realización no es para hoy, que las pirámides no se comienzan por el vértice. El revolucionario de ideas no comprende la revolución sino como la culminación de una evolución antecedente, orgánica y formal”. Esto lo escribía en 1924 en plena juventud en esta forma quedó signada y comprometida la vida de Gaitán como un profesional de la revolución social y lo comprobó con su vida, su acción y pensamiento, hasta la muerte. Posteriormente en 1931, afirmaba: “nada es más difícil que ser un verdadero revolucionario. Entre todas las profesiones creo que es ésta la que más requiere cualidades especiales y la que más necesita de conocimientos, estudio, perseverancia y acción. Un revolucionario no es un simple rebelde, el rebelde es una abnegación temperamental frente al acontecimiento. El revolucionario es una afirmación cerebral, no de frente, sino dentro de los acontecimientos. En el uno la posición es expectante, en el otro es actuante”

Es así como Gaitán construye, poco apoco, la pirámide de su vida, desde los comienzos de su juventud, estudios, viajes, reflexiones, formación física, todo esto estaba destinado, predeterminado, por Gaitán para el cumplimiento adecuado de su tarea, en una acción constante. La mayor parte de su obra se haya diseminada en sus discursos, sus grandes oraciones. La acción le impidió escribir reposadamente. Todas sus obras son partes de batalla, órdenes de combate, resúmenes de lucha. No hay una sola obra reposada. Lo mejor de su vida la dejó desparramada al viento a través de su oratoria.

Nadie como Gaitán – salvo Catalina en su lucha contra la oligarquía Romana – dejó en el vertedero de la historia tanta pasión oratoria. En un pueblo que no sabía leer era necesario hacerse escuchar. “iré a donde está la masa y la palabra hablada es más valiosa que la palabra escrita. Yo soy jefe, yo soy un verdadero caudillo y poseo la interpretación del sentimiento popular. No busco la pequeña prebenda”. Esta afirmación casi mística la envolvía a Gaitán dentro de la altivez y soberbia que reflejaba en su temperamento revolucionario los profundos anhelos rebeldes de su pueblo. Es la insurgencia de la guerra, de la aldea feudal, del proletariado creciente, de los desplazados, de los explotados, a través de una personalidad recia. No hay asomo de modestia en su afirmación ni en la trayectoria de su vida. “yo no practico esa modestia de la cual Giovanne Porzzio, apellidaba el pecado hipócrita de los débiles que no se sienten alentados por la fuerza de la verdad”. Esto lo afirmaba en el debate de las bananeras en 1929 cuando defendía a los obreros y  denunciba las matanzas de humildes trabajadores inspiradas por el imperialismo y practicadas por las autoridades nacionales. La lucha fragorosa iba modelando los ribetes de su carácter y cincelando sus grandes frases: “hay necesidad de creer en la inevitabilidad de la revolución fundamental, única forma posible…para ello, antes que la idea, que a cualquiera se le ocurre, se necesita el temperamento tenaz, la fe revolucionaria, inquebrantable y brutal, si se quiere coronar. Habrá que luchar contra todos, y respetar mentirosas personalidades y esto sólo se puede hacer  cuando una gran pasión, una grande intransigencia, un gran amor por una ideología lo cual nos da la férrea voluntad para actuar y atropellar arrogantemente a quienes se oponga. ¿Muchos lo habrán pensado? ¿Quién ha sido capaz de hacerlo? No basta tener una idea, hay algo más difícil: poseer la audacia volitiva para realizarla”. Y, Gaitán, con cierto voluntarismo, es la prueba palpable de la influencia del individuo a traves de la historia. La historia la hacen los hombres para los hombres.

El paso de los años en vez de desvanecer, como acurre con los próceres de cartón y del linotipo, la figura de Gaitán y el papel histórico de su obra se agigantan con el tiempo. Su papel opera el fenómeno inverso: lo relieva y lo aquilata en la medida en que día a día y hora a hora son más vigorosos y visibles los contornos de su lucha y los perfiles de su  noble personalidad. Gaitán cumplió – en menos de 50 años de  existencia y de 25 de lucha ininterrumpida en defensa de los humildes – la más formidable parábola humana que cabe realizar en esta fase turbulenta y tempestuosa de la historia social Colombiana.

La presencia de Gaitán y su predica constante en los más profundos subsuelos del alma nacional es la prueba más fehaciente, de su grandeza y de su inmortalidad nadie a podido ni podrá hacer que nuestro pueblo ignore las luchas de Gaitán por los humildes. Nadie podrá borrar de la memoria  de los excluidos e invisibilizados el calor de su devoción que fue hasta el sacrificio. Mientras que sus contemporáneos apenas si se nombran en la historia.

RESUMEN DEL LIBRO GAITAN ANTOLOGIA DE SU PENSAMIENTO SOCIAL Y ECONOMICO.   

Por: Norberto Betancourt O.