En los últimos días han circulado por las redes sociales, videos y escritos en contra del Presidente Juan Manuel Santos y en los que se habla, supuestamente, a nombre y a favor del pueblo colombiano; pero el origen de estas publicaciones está en la extrema derecha. Parece como si se hubieran vuelto revolucionarios; como buenos oportunistas, se aprovechan del lenguaje de la izquierda y de sus reivindicaciones para aparentar altura y conciencia y así ganar electores.
Una de las propuestas contiene 4 puntos: 1. Revocatoria del mandato al Presidente, 2. Reforma del Congreso, 3. Eliminar la aprobación de los acuerdos de paz y someterlos a refrendación popular vía plebiscito o referendo y 4. Revocar la ley de la Reforma tributaria.
Todos ellos presentados de manera aparentemente muy consecuente y justa. En el fondo son una reacción en contra de los acuerdos de paz; pescando en río revuelto y en defensa de sus intereses particulares, la derecha busca utilizar descaradamente al pueblo colombiano, sacando provecho del descontento ante las recientes medidas del gobierno. Pero el problema no es de una persona, Juan Manuel Santos, sino de un régimen opresor y antipopular, el cual se ha visto muy caracterizado en los oprobiosos gobiernos de extrema derecha.
Detrás de estos puntos está el sueño de la derecha que quiere aprovechar el aparente respaldo obtenido en el plebiscito del 2 de octubre, logrado con el engaño y la manipulación, tal como ha sido su estilo. Revocado el mandato presidencial, el Congreso tendría que nombrar un Presidente provisional y convocar a nuevas elecciones, en las que la derecha piensa que los resultados le serían favorables y otra vez en el poder, evadir la justicia y profundizar la impunidad a sus crímenes de guerra.
La propuesta de reforma al Congreso no dice nada, pero ante el descontento popular, buscan aprovechar otra vez que están “verracos” y obtener una carta blanca; por que no se especifica que es lo que se quiere reformar. Quieren disfrazar sus propósitos bajo una supuesta máscara de lucha contra la corrupción; pues se sabe que en este aspecto hay una gran simpatía popular. Pero no se puede olvidar que los integrantes de la derecha, además de corruptos, son violentos.
Para la eliminación de los acuerdos de paz, están desenfocados si creen que pueden lograr el respaldo popular a esta propuesta. Es un delirio de la derecha, pero no deja de ser una opción. Otro plebiscito traería más gastos innecesarios en el presupuesto nacional para satisfacer los deseos de una minoría desesperada, atemorizada con la paz y que no quiere la reconciliación nacional.
La reforma tributaria no puede tomarse como un todo, sino punto por punto y analizar cuáles afectan al pueblo colombiano y cuáles quieren ser evadidos para seguir ocultando propiedades y estafando al país. La derecha quiere convertir en nacionales y mayoritarios sus intereses particulares y minoritarios.
El pasado 2 de octubre, Álvaro Uribe demostró que cuenta con el suficiente poder para seguir infringiendo dolor al pueblo colombiano. Ha ejercido la violencia, ha mentido, ha evadido, ha promovido la corrupción y quiere seguir matando. Eso es lo que no puede olvidar la población. No deja que florezca la reconciliación y que surja un nuevo país. La sociedad debe estar alerta porque la derecha es capaz de hacer atentados para crear confusión y convertirlos en posibles réditos políticos.
Hay que decirlo claro si no hay una alianza Izquierda-oligarquía, con las demás fuerzas progresistas y democráticas, para las elecciones presidenciales del 2018, habrá un triunfo de la coalición derecha-narcotráfico-paramilitarismo. El interés de los integrantes de la izquierda es poder presentarle propuestas al pueblo colombiano sin ser asesinados; lo que se ve más posible si se continúa con la implementación del proceso de paz. Ese es el camino hacia un nuevo país, más civilizado, más humano. Un triunfo de la derecha sería dar marcha atrás a la Historia; Colombia seguiría tal como está hasta hoy y continuaría la violencia; o sea, nada cambiaría.
Ante esta realidad, las otras opciones deberán declinar sus candidaturas, de forma muy humilde, objetiva y sensata, anteponiendo los intereses colectivos a las ambiciones particulares, tal como corresponde verdaderos izquierdistas, progresistas y demócratas. Una tarea inevitable es lograr la participación masiva de los colombianos que no votan, para poder así enfrentar el poder de las maquinarias electorales. Para la transformación social se requiere la participación; sin ésta no hay nada.
Si la revocatoria presidencial y la reforma del Congreso no se logran por el camino constitucional, se crearía un limbo y un caos social, que abriría las puertas a un golpe de estado liderado por los militares más retardatarios y proclives a la extrema derecha. No en vano así lo han planteado militares retirados, quienes han afirmado que para eso contarían con el respaldo del expresidente Uribe. Dicen que supuestamente han circulado unos panfletos en tal sentido y que cuentan con el respaldo de la tropa activa y según ellos, también del pueblo colombiano. Interesante, irresponsable y peligrosa aventura para la cual se parte de unos supuestos panfletos, para concluir que eso es lo que quieren 48 millones de ciudadanos.
Entonces, ¿Quiénes conforman al pueblo colombiano?
Hay que hacer una diferencia entre población y pueblo para no crear confusión y para ir aclarando el lenguaje y así el entendimiento. La población la conforman los habitantes, que serían todos los colombianos sin hacer ninguna distinción. El pueblo-pueblo son los de a pié, los desposeídos y empobrecidos que luchan a diario, contra la adversidad y en las peores condiciones, para conseguir el sustento para sus familias; también aquellos, que por su ideología desean un país más justo.
Sería muy saludable que cuando hablen de pueblo, los integrantes de la derecha, especifiquen a qué se refieren, porque al menos a mí no me representan, no son mis líderes ni se les he dado vocería. Todas las personas ven el mundo a través de sí mismos y luchan por sus intereses, que cuando son colectivos son de clase; así los ganaderos luchan por su ganado; los comerciantes, por sus condiciones mercantiles; y así, proceden todos los demás. Los únicos que luchan por los intereses de otros son los alienados, que no se pertenecen a sí mismos, tal como aquellos empobrecidos que creen que los ricos van a luchar por ellos y, consecuentes con esto, así votan.
Enero 7 de 2017