El presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, excombatiente comunista, ha regido la institucionalidad italiana por nueve años. Seis guerrilleros latinoamericanos son presidentes de los países más importantes de la región. El último, Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, ganador

por estrecho margen en una elección democrática. Dilma, en Brasil, fue militante activa del Polop, encarcelada y torturada por la dictadura militar; Mujica, de Uruguay, tupamaro, uno de los presidentes que son ejemplo mundial de austeridad y transparencia; Daniel Ortega, Nicaragua; Ollanta Humala, Perú; Raúl Castro, Cuba; Hugo Chávez en Venezuela con el socialismo del Siglo XXI; Rafael Correa en el Ecuador con pensamiento de avanzada; Evo Morales en Bolivia con su pensamiento alinderado al marxismo; Alexis Tsipras que llega a ser primer ministerio de Grecia en una coalición de la izquierda radical. Por ello me atrevo a sustentar mi posición en cuanto a permitir un nuevo trasegar histórico para nuestro país después de más de 50 años de guerra fracticida permitiendo que quienes se han alzado en armas lleguen a los escenarios de la vida democrática desde el voto. Que la ausencia del conflicto armado sea la oportunidad para que los conflictos sociales tengan una dinámica que se encamine a la construcción de una nación civilizada en la que en términos de Serrano Gómez no vivamos como enemigos absolutos: el odio y exterminio del contradictor, sino como enemigos justos: respetándonos en la diferencia. En este sentido, el Círculo de Humanistas Latinoamericanos con la plena convicción de que no existe ni paz perfecta, ni guerra justa le apostamos al plebiscito por la paz, para hacer posible en Colombia el duro paso de la palabra armada al desarme de la palabra. Entendemos y sustentamos que, la paz no es un problema de ni Santos ni de Uribe, es un Derecho de los colombianos.