En cerca de quinientos años de existencia, el capitalismo ha recorrido el globo terráqueo, reproduciéndose mediante el colonialismo en todas las sociedades que encuentra. Las relaciones tribales han sucumbido bajo la dominación y el despojo.

Las tribus que sobrevivieron por milenios a las inclemencias de la naturaleza, son reducidas a parias en su propia tierra, en unos cuantos años de invasión colonial.

Trátese de Africa, América, Asia, el sistema colonial ha actuado sin contemplaciones, sin otra mira que el dinero. La historia de Suramérica está plagada de relatos que denuncian los atropellos de los invasores. Pero esto ha sido algo que no quedó en el pasado.

 

A finales del Siglo XX el genocidio en Ruanda extendió sus consecuencias en la región; esto dice Wikipedia:

 

“Es sabido que el subuelo del Congo  contiene yacimientos de  cobre, niobio,  cobalto, zinc , plata, diamantes, uranio, cadmio, carbón, petróleo, coltán y otros metales raros, pero sobre todo concentraciones de oro en cantidades excepcionales. Este hecho puede ser un elemento importante a la hora de observar las distintas actitudes de los países que tradicionalmente han dominado la zona desde la época colonial. Las grandes concentraciones de oro (24 quilates) se convierten en un factor más para comprender el insolidario comportamiento de algunos países occidentales, que podrían haber priorizado su competencia por controlar los ingentes recursos naturales de la zona a las vidas humanas”.

 

 

La estrategia que se impulsa es que los nativos combatan a los nativos, por eso esa actitud insolidaria no es tan clara al momento de preguntar: ¿quién les dio las armas? No es casual que en tierras con tales riquezas los pobladores decidan enfrentarse por supuestas razones étnicas.

 

En las últimas décadas en Colombia, miles de campesinos fueron desalojados  violentamente de sus tierras, mientras los títulos mineros hoy se extienden hasta la región amazónica y parques nacionales. Cerca de seis millones de desplazados enfrentan su miseria en las ciudades.

 

El enfrentamiento entre los mismos pobladores no siempre reviste ese carácter tan abiertamente violento, se usan también métodos más sutiles cuando de corporaciones políticas se trata. Con tantos años de existencia, el capitalismo parece enfrentarse a su obsolescencia. Su institucionalidad ya no parece tan sólida y pierde su vestidura sacra ante la población; otras estrategias son usadas para el control ciudadano –además del terror estatal directo.

 

El engaño electoral ya no pasa tan desapercibido para la ciudadanía que percibe cómo el juego de la democracia burguesa se agota en el cinismo. El Brasil 367 personas, quieren desconocer la decisión electoral de 54 millones votantes. Los malabares y embelecos de la política burguesa, así lo permiten.

 

En Venezuela, mientras la izquierda acepta los resultados de los electores, así sean adversos, los partidos de la oligarquía tradicional quieren desconocer las decisiones de las urnas cuando les son desfavorables y recurren a todo tipo de artimañas legales e ilegales. O sea que el voto ciudadano que decide ya no lo ven válido; el juego democrático burgués se agota; se vuelve obsoleto.

 

El retroceso de las decisiones electorales promovido por las élites, no tiene otra cosa para ofrecerles los ciudadanos que no sea la continuidad de privilegios para una minoría y la miseria para la mayoría.

 

Pero el deterioro de la institucionalidad burguesa, no representa el fin de la humanidad. La vida sigue y los ciudadanos encontrarán otras formas de acordar las normas que han de continuar rigiendo la sociedad humana. Hay que responder a este curso de la historia.

 

Ricardo Robledo

 

 

Abril 27 de 2016