Aviso

“El hombre que no tiene la costumbre de leer está apresado en un mundo inmediato, con respecto al tiempo y al espacio. Su vida cae en una rutina fija; está limitado al contacto y a la conversación con unos pocos amigos y conocidos, y sólo ve lo que ocurre en su vecindad inmediata. No tiene forma de escapar de esa prisión. En cuanto al sabor del discurso, todo

depende de la forma de leer. Que uno tenga sabor o no cuando habla, depende de su método de lectura. Si un lector obtiene el sabor de los libros, demostrará ese sabor en sus conversaciones, y si tiene sabor en sus conversaciones no podrá menos que tener sabor en lo que escribe”. LIN YUTANG

 

La Universidad hoy, tiene afanes, prisas y rutas trazadas. Antes que dedicar su mayor interés a los jóvenes que allí llegan a formarse, mira hacia el contexto universal para adecuarse a estándares de “alta calidad” que se predican desde los monopolios del poder internacional. El humanismo que en otrora ocupaba algún espacio en los escenarios de la academia, hoy es mirado como algo pifio. La lectura ha pasado a ser algo de poco interés; incluso muchos docentes consideran que un ingeniero no necesita saber más allá de fórmulas mágicas para cambiar el mundo; o que el abogado basta con saber códigos, artículos y parágrafos para ser un excelente jurista; o que el contador público queda muy bien formado con saber manejar declaraciones de renta, y contar muy bien los dineros que quedan de ganancia a la empresa.

 

El conocimiento con el que egresan muchos profesionales es parcelado, determinista con una sola mirada ante la realidad. La Universidad debiera formar en saberes, pero además debiera formar para la vida. Esto es, un profesional debe egresar con conciencia del mundo en el que vive y a la sociedad con la que va a interactuar. El estudiante juicioso hoy es el que responde silenciosamente a las preguntas o exámenes que le hace un docente; que el muchacho responda es lo que le interesa al profesor y que responda de memoria, irreflexivamente sin cuestionar nada para ser considerado el mejor de la clase.

 

Pero el problema no se queda en los pregrados, el asunto va más allá. Incluso en posgrados y maestrías, continúan los mismos errores que vienen desde la escuela, pasando por el bachillerato y luego en los pregrados. Sobrecarga de trabajos y lecturas aisladas que hacen del programa no un espacio de construcción de conocimiento y búsqueda, sino el lugar que ha de legitimar la posibilidad para mejorar mi salario o para afianzar la hoja para tener empleo en la Universidad. Aún en estudios muy superiores seguimos siendo leedores y no lectores.

 

“Las universidades carecen de políticas claras de lectura y escritura en las disciplinas y en su lugar ofrecen cursos genéricos que, si bien buscan fortalecer las competencias comunicativas de los estudiantes, no les enseñan a escribir para sus áreas de formación, que exigen el dominio de textos específicos”. Andrea Linares G. Redactora de Vida de Hoy @VidadeHoyET El tiempo. Agosto 13 de 2012

 

En las aulas de clase de hoy se requieren lectores no leedores; estos últimos, son autómatas silenciosos y adecuados a las políticas de los regímenes universitarios. Los acomodados al estatus quo, normalmente son leedores, no lectores. Los que responden y cuestionan son muy pronto excluidos del abanico de sobresalientes. Síntoma grave de la muerte de la Universidad, o mejor dicho de su transformación de espacio para la cultura y el debate en fábrica que produce profesionales seriados como si fueran automóviles de una fábrica multinacional. La lingüista Coromoto Salaz, así percibe estos problemas con la lectura.

 

“Los estudiantes universitarios son “leedores” más que lectores de libros porque realizan, de manera prioritaria, lecturas orientadas a una búsqueda de información con un propósito específico. Hoy los estudiantes leen más tomando en cuenta que existen más soportes diferentes al libro tradicional. Sin embargo, los alumnos “cortan y pegan” materiales obtenidos a través de Internet, sin efectuar mayor análisis o reflexión sobre el tema que tratan. Cuando actúan de esa manera “los estudiantes no se preguntan hasta qué punto es fidedigno todo lo que aparece allí.” Coromoto Salaz. Coord. académica del IUGC. ULA Táchira

 

Al igual que una ama de casa al leer las instrucciones para la elaboración de una receta, que lo hace con un fin utilitario o funcional más que como algo placentero, los estudiantes también asumen esa actitud cuando dicen, por ejemplo, que leen hasta las 4 de la mañana, pero su objetivo es “pasar un examen”. Con ello, “en la medida que la lectura se asuma como un fin, somos leedores y no lectores”. Esto ocurre de manera generalizada en los estudiantes de distintas universidades e incluso de las distintas carreras, tal como ha podido corroborarlo mediante sus estudios en la materia en los que se asume esta forma “utilitaria” de la lectura:

 

“yo leo para pasar, porque el profe me manda y leo lo inmediato que es lo que está en la red. Pero el libro me fastidia, me cansa…” es lo que suele decir un estudiante actualmente. Es necesario pasar de ser leedores a lectores, y eso cuenta para estudiantes y docentes. El mismo profesor debe cambiar su concepción de libro y de lectura, la mía básicamente es gozar y disfrutar al otro (autor), pero si el otro me permite que cambie mi ser y me transforme, esa debe ser mi verdadera lectura”. Los textos que consultan los universitarios han sido generalmente escritos por especialistas para especialistas, con lo cual su escritura se dificulta para los jóvenes universitarios. Es necesario la formación de círculos de lectura, que los mismos estudiantes hagan tertulias: “es la lectura obligada, por encargo, pero que sea disfrutada… Es incorporarlo a un hecho cultural del que forma parte porque él va a ser más adelante un transformador de cultura”. Coromoto Salas, coordinadora académica del IUGC. ULA Táchira.v