“Pienso que lo más urgente cuando se trata de combatir la guerra es no hacerse ilusiones sobre el carácter y las posibilidades de este combate. Sobre todo no oponerle a la guerra, como han hecho hasta ahora casi todas las tendencias pacifistas, un reino del amor y la abundancia, de la igualdad y la homogeneidad, una entropía social.
En realidad la idealización del conjunto social a nombre de Dios, de la razón o de cualquier cosa conduce siempre al terror. Para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por reconocer que el conflicto y la hostilidad son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos. La erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable, ni en la vida personal - en el amor y la amistad - ni en la vida colectiva. Es preciso, por el contrario, construir un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”. E Zuleta. Sobre la Guerra
Mientras los pueblos hermanos de Latinoamérica, el gobierno de Estados Unidos, el Papa Francisco, la ONU, la OEA, y líderes de todo el mudo apoyan el proceso de paz que se adelanta con la Insurgencia de las Farc, en nuestro país fuerzas oscuras que se han lucrado con el negocio de la guerra defienden y agitan a los cuatro vientos la posición de tierra arrasada, muerte, desolación y exterminio a bala del contradictor. Es más lamentable aun cuando el líder de esta locura sea un expresidente de la República con su grupo político la gran mayoría terratenientes, ganaderos y militares en retiro. Es asombrosa la frialdad que manifiestan los amigos de la guerra cuando por radio, televisión y prensa dejan entrever su odio cuando creen que solo la sangre de seres humanos en cantidades derramada en la tierra la hace germinar.
Desde este espacio, el grupo académico, Círculo de Humanidades de Unaula sustenta una aposición en favor del proceso de paz con la insurgencia y augura los mejores éxitos, al actual gobierno para que el proceso de paz que avanza por buen camino tenga un fin exitoso. Con la paz, todos ganamos, con la guerra solo ganan los despojadores de tierras, los que vociferan y piden tierra arrasada desde suntuosos apartamentos y custodiados por miles de guardaespaldas, los que han acumulado riqueza expoliando el erario público, los creadores de los mal llamados “falsos positivos”, los que han perseguido a la Corte Suprema de Justicia con las Chuzadas, y los implicados en crímenes de lesa humanidad. Temen a la paz, porque pueden perder el fuero de su investidura para ser investigados por la Justicia nacional e internacional. Alberdi en su obra el crimen de la guerra nos dice: “Una vez glorificado el crimen de la guerra, los señores de las naciones han hecho de su perpetración el tejido de su vida”
“Considerada la guerra como un crimen, ningún soberano se ha confesado su autor; cuando se ha considerado como gloria y honor, todos se la han apropiado. La justicia les ha arrancado esta confesión de que debe tomar nota la conciencia justiciera de la humanidad. Una vez glorificado el crimen de la guerra, los señores de las naciones han hecho de su perpetración el tejido de su vida”. Alberdi Juan B. el crimen de la guerra. Buenos Aires. 1920 ed La Facultad Juan Bautista Alberdi. El crimen de la guerra. Buenos aires.1920. Ed la facultad. Es extraña la mentalidad de personas que se abrogan liderazgos políticos cuando demuestran que en su mentalidad solo cabe la opción de la guerra, ignorando incluso la historia y los procesos que han vivido pueblos del mundo. Bastaría con mirar la foto de Nelson Mandela cuando al lado de su más acérrimo enemigo Fréderik De Klerk del apartheid, quien después de 27 años de cárcel iba camino a la presidencia en Sudáfrica. La historia nos ha mostrado muchos otros procesos en los que aquellos que pensaron diferente al estatus quo llegaron a ser gobernantes.
Veamos casos en Latinoamérica y el mundo. El presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, excombatiente comunista, ha regido la institucionalidad italiana por nueve años. Seis guerrilleros latinoamericanos son presidentes de los países más importantes de la región. El último, Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, ganador por estrecho margen en una elección democrática. Dilma, en Brasil, fue militante activa del Polop, encarcelada y torturada por la dictadura militar; Mujica, de Uruguay, tupamaro, uno de los presidentes que son ejemplo mundial de austeridad y transparencia; Daniel Ortega, Nicaragua; Ollanta Humala, Perú; Raúl Castro, Cuba; Hugo Chávez en Venezuela con el socialismo del Siglo XXI; Rafael Correa en el Ecuador con pensamiento de avanzada; Evo Morales en Bolivia con su pensamiento alinderado al marxismo; Alexis Tsipras que llega a ser primer ministerio en una coalición de la izquierda radical. Por ello me atrevo a sustentar mi posición en cuanto a permitir un nuevo trasegar histórico para nuestro país después de más de 50 años de guerra fracticida permitiendo que quienes se han alzado en armas lleguen a los escenarios de la vida democrática desde el voto. Que la ausencia del conflicto armado sea la oportunidad para que los conflictos sociales tengan una dinámica que se encamine a la construcción de una nación civilizada en la que en términos de Serrano Gómez no vivamos como enemigos absolutos: el odio y exterminio del contradictor, sino como enemigos justos: respetándonos en la diferencia
Los que se lucran con la guerra en Colombia están preocupados porque de tener éxito el proceso de paz con la insurgencia de las FARC les obligaría a cambiar el SHIP que por cientos de años ha monitoreado sus vidas. Es bueno al menos saberlo, porque para aquellos que hablan de guerra pero que viven en suntuosos apartamentos con cientos de escoltas resulta todo muy fácil.
Los fabricantes de armas: acá están las grandes potencias que se lucran del dolor de los pueblos. Ellos tienen en su PIB la producción de armas, en otras palabras la vida solvente de las familias en los países productores de armas depende del dolor y el sufrimiento de los pueblos que sufren por la guerra.
Fabricantes de vehículos para la guerra: estos son carros, aviones, barcos con los que transportan armas, bombas, alimentos para los guerreros. Esta industria militar arroja ganancias incalculables a los fabricantes.
Las industrias de las comunicaciones: Satelital, de radar; de sistemas de rastreo y alarma que permiten detectar la presencia de objetos extraños a grandes distancias y con el máximo de precisión. Esto no lo producen los países pobres
Gana la industria farmacéutica: que con base en los traumas de guerra, en las enfermedades y dolencias adquiridas por las tropas en los campos de combate, producen nuevos fármacos. Esta industria no la tienen países en vía de desarrollo, es decir, son los países poderosos del planeta los que controlan esta fuente de riqueza.
Ganan las industrias textileras: que confeccionan los uniformes para los troperos y la compara de estos implementos para la guerra se paga con los bajos salarios y los altos impuestos que crean los gobiernos guerrerista.
Ganan las industrias alimenticias: que proveen raciones de campaña con el mínimo de volumen y el máximo de valor nutritivo para alimentar a las tropas
Ganan también los grandes consorcios de la construcción: que están como caimanes para actuar en la supuesta reconstrucción de los países devastados por la guerra. El caso de Irak en la posguerra es un ejemplo.
Gana la fuerza pública: que se lleva la tajada más suculenta del presupuesto nacional y sus efectivos que por el tiempo extra que les reporta su estancia en zonas rojas o de conflicto armado, pueden pensionarse con menos tiempo de servicio que el resto de los nacionales. Eso lo pagamos con el impuesto
Ganan también los medios de comunicación: porque desde el momento en que se impuso el amarillismo periodístico, la emisión de las noticias de muerte, de tragedia, robo, asesinato y secuestro, les significa mayor sintonía y, por supuesto, la preferencia de la industria y el comercio para sus campañas publicitarias.
Ganan los negociantes y acaparadores de la tierra: el campesino al ser víctima del conflicto armado abandona la tierra de la que se apropian de inmediato los guerreristas. Tan solo un ejemplo en Colombia: los que se han apropiado de la tierra que son los guerreristas, han impedido que se aplique la ley de restitución de tierras.
Ganan las empresas de palama de aceite: diez empresas de palma y otros productos ganan con la guerra, porque con esta se hicieron fraudulentamente a tierras mediante el despojo a humildes campesinos que tuvieron que salir despavoridos de su parcela. Desde la guerra no se da la restitución y esto les favorece.
Ganan los senadores terratenientes y ganaderos de la República: porque las tierras despojadas por grupos armados pasaron a estar dentro de sus alambradas y no las restituyen mientras exista la guerra como argumento.
Quien pierde con la Guerra? El único que no gana y todo lo pierde es el ciudadano de a pie, el que se levanta a trabajar para pagar impuestos, aquel a quien no le aumenta el salario porque la chequera de la nación va para la guerra, el maestro con su salario miserable, el campesino que tiene que abandonar sus tierras. En fin los que perdemos somos las grandes mayorías, porque con la miseria del pueblo se cubren los costos de la guerra y los guerreristas viven suntuosamente.
Estos sectores de la política colombiana que se han opuesto a cualquier proceso de paz, no sienten ni viven ninguna angustia o acucia económica y son los portadores de importantes fortunas que han amasado a través de la guerra. No sienten ningún dolor por la muerte de soldados, de policías o guerrilleros, porque la guerra para ellos es su modus vivendi. El expresidente Uribe seleccionó muy bien su equipo de terratenientes, comerciantes y adinerados que estarían en el Senado defendiendo la guerra. A ellos les podemos recordar estas palabras de Estanislao Zuleta:
“Si alguien me objetara que el reconocimiento previo de los conflictos y las diferencias, de su inevitabilidad y su conveniencia, arriesgaría paralizar en nosotros la decisión y el entusiasmo en la lucha por una sociedad más justa, organizada y racional, yo le replicaría que para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz”. E Zuleta