En esta oportunidad vamos a poner en escena un término que es muy de moda en la Ciencia política de hoy; hablemos de la Conspiración y de los conspiradores. Iniciemos esta diatriba con un texto del cura Jean Meslier (1664-1729), conspirador de Sotana y Biblia en la mano.

Ante las imposiciones del clero y la amenaza de hoguera a los ateos por parte de si iglesia, Meslier, en la soledad de su alcoba y en la sacristía conspiraba y escribía: (Meslier, 2011): Hagamos que los poderosos y los nobles se cuelguen y estrangulen con los intestinos de los clérigos, de los poderosos y los nobles, que son quienes pisotean a los pobres, los atormentan y hacen de ellos seres desgraciados…Nuestra salvación está en nuestras manos… tomar con nuestras propias manos los bienes y riquezas que tan abundantemente producimos con el sudor de nuestra frente. Sin lugar a dudas era un gran conspirador.

 

En los tiempos que pasan también se conspira, también existen conspiradores de todo color y pelambre; cuando recorremos pasillos y cafeterías en diversos escenarios de la vida cotidiana: Universidades, Senado de la República y Casas de gobierno, conventos, seminarios etc., vemos el rostro de personas que hablan en voz baja y con mirada temerosa, porque todo es sospecha y las paredes tienen oídos. Con los avances en las tecnologías se conspira de manera más audaz con los llamados hackers chuzando intimidades, algo muy de moda en la política colombiana, con lo que se demuestra que, el poder oscurece las mentes, endurece corazones y extravía la formación académica, el talante intelectual y la contextura ética de las personas. Pero ¿Qué es conspirar?

 

Del latín conspiratĭo, el concepto de conspiración hace referencia al acto de conspirar, es decir, de aliarse contra un superior para arrebatarle el poder o contra un particular con el propósito de hacerle daño. La idea de conspiración suele estar vinculada, por lo tanto, a la estrategia que tiene el propósito de quitar el poder que ostenta un sujeto. De esta manera, la conspiración abarca a un conjunto de actos llevados a cabo por distintos individuos para vencer las fuerzas del líder o soberano. Las conspiraciones de carácter político que buscan derrocar un gobierno u otro tipo de poder se conocen con el nombre de complot”. (García, 1987)

 

Cada vez que presenciamos un acto injusto y que no actuamos nos volvemos una parte de la injusticia; guardamos silencio como una forma de mantener algún privilegio, esta es una manera disimulada de conspiración. La mayoría de los actos de injusticia están asociados con mal gobierno y con el mal manejo del poder; los gobiernos autoritarios mantienen sigiloso control de diversos espacios en donde puedan darse conspiraciones en contra de sus determinaciones; en aquellos lugares en los que el silencio es ley, es en donde más se conspira; tras las puertas del silencio la gente va conspirando y se van tejiendo los hilos y las artimañas para derribar la omnipotencia de quien gobierna.

 

En el Estado y en cualquier escenario en donde el poder existe quien lo regenta debe ser conocedor de los males que se gestan a su alrededor, antes que sean conocidos por sus subordinados y gobernados. Maquiavelo en su obra el Príncipe así advertía sobre estas debilidades del gobernante: Conociendo desde lejos los males que se gestan (algo que sólo le es dado hacer al hombre prudente), éstos se curan fácilmente. Pero cuando, por falta de tal conocimiento, se les permite crecer hasta que todo el mundo puede reconocerlos, ya no es posible encontrarles ningún remedio. (Maquiavelo, 2009)

 

Los conspiradores intentan imponer sus objetivos desde las sombras. Se reúnen en lugares impenetrables para la luz pública y desde allí, de manera antidemocrática, deciden el destino de los otros. A veces, los conspiradores son grupos sin importancia que sólo pueden lograr sus objetivos por medio de una infinita cadena de complots sobre complots, de alianzas y contra-alianzas innombrables. Pero en la mayoría de los casos, son grupos con poderes casi omnipotentes con valiosos recursos humanos y económicos: sus órdenes son obedecidas por agentes en regiones distantes y son capaces de comprar a las más probas conciencias por medio de sobornos inconmensurables. (Perez, 2011)

 

Los teóricos de la conspiración consideran que todo evento social es la consecuencia de la maquinación de una fuerza superior y, a menudo secreta. Estas no se refieren a las pequeñas tramas conspirativas que todos construimos, y que otros construyen en sus interacciones diarias y que podríamos presumir como parte normal de nuestra convivencia: El o la amante que conspira para serle infiel a su consorte; el compañero de trabajo que conspira para moverle la baldosa a su compañero; el jefe de personal que selecciona las hojas de vida por pago de favores o conveniencias. etc.

 

En esencia la conspiración se da entre poderes. El pueblo raso no tiene la capacidad conspirativa, en cambio el poderoso sí conspira contra el pueblo, contra los súbditos. (Schnitzler, 2010) La conspiración de los pueblos contra los poderosos es un hecho ocasional; lo normal en el mundo es la conspiración de los poderosos contra los pueblos. Aun durante la guerra más sangrienta, el rey de un país se siente más cercano al rey del país enemigo que a su general escolta, su primer ministro o a su ama de llaves.

 

Una percepción desprevenida sin pecado original diría que los actos humanos siempre son buenos y por lo tanto refutaría la teoría de la conspiración apelando a lo imposible de la componenda y a la buena fe de las acciones de quienes estamos hechos de andrajo humano. Desde esta óptica las cosas no son causadas por la perversa intencionalidad de poderosos agentes, sino por asuntos del azar. Esta apreciación de la conspiración, parte de la buena fe y de la generosidad del otro. Para aceptar estala idea sobre la conspiración implicaría también aceptar toda una serie de consecuencias que atentan contra los miembros de una empresa, una Universidad, o de un grupo político; implicaría incluso cambiar el disco duro que ha guiado la buena fe de nuestras acciones humanas, porque en donde hay gatos, suelen existir también ratones. (Perez, 2011)

 

La teoría de la conspiración implica una relación casi perfecta entre intención y consecuencia de la acción; el sentido común nos dice que esa relación no siempre es la esperada. En este momento hay gente en el mundo conspirando, pero no siempre logran sus propósitos y, si los logran, rara vez pueden mantenerse el secreto por mucho tiempo; bastaría con mirar la conspiración que se armó contra la justicia en Colombia en el gobierno de la “seguridad democrática”, en este caso existió algo que puede tener analogía con las grandes mafias Sicilianas: todo se descubrió, pero los cerebros permanecieron inmaculados. Los carga-ladrillos morían en conspiraciones o iban a la cárcel, y el cerebro, el artífice permanecía con el poder intacto; para el caso de Colombia, los verdaderamente conspiradores, que han amasado fortuna, tierra y poder han tenido la conspiración en sus libros de cabecera y permanecen ahí inmaculados. Sin embargo, llega el momento en que se develan las tramas y los que posaban como inmaculados van desfilando por los estrados de la justicia.

 

El mundo está dividido en tres clases de personas: los que manejan los hilos, la masa ignorante y los valientes que lo revelan todo. Hay conspiraciones y conspiradores, sin duda, y los ha habido siempre. No existe una conspiración perfecta. Sí así fuera nunca sería descubierta, y por tanto no se podría hablar de una trama oculta teorizando sobre su alcance y ramificaciones. Así son las mentiras, y que están sometidas al implacable juez que es el tiempo, ese que termina por dejar al descubierto los cadáveres emparedados, colocando las cosas en su sitio”. (Perez, 2011)

 

A la hora de buscar conspiradores, o de planear conspiraciones, es necesario ser rigurosos para no caer en nimiedades. Lo perverso es perverso, lo falaz es falaz y la conspiración y el conspirador existen pero con sobradas razones en donde el mismo poder existente fue fruto de conspiraciones y por ende es una máquina demoledora de detractores; de lo contrario se puede llegar a caer en luchas con molinos de viento, o a buscar enemigos donde no los hay. En este sentido, Hana Harent nos dice: “Las leyendas atraen a los mejores de nuestros contemporáneos, tal como las ideologías atraen al tipo medio y los cuentos y rumores sobre crueles poderes secretos tras la escena atraen a lo peor de lo peor”

 

Allí donde existe la intención de un grupo de actores por conspirar, las consecuencias de la acción son impredecibles, de modo que no se puede establecer la existencia de una gran conspiración que controle la realidad social partiendo de supuestas consecuencias observables. Para cambiar radicalmente el comportamiento de un régimen, se requiere de inteligencia, además se debe tener en cuenta que los regímenes no quieren ser cambiados. En los regímenes autoritarios, a diario se camina en hervideros de interacciones conspirativas entre la misma élite política, unos para derruir el régimen y otros para mantenerlo, pero que al final resultan levantando las copas y brindando con sonrisa de oreja a oreja, aplicándose la lógica planteada por Aristóteles: “las aves de igual plumaje vuelan juntas”

 

Los conspirados son frecuentemente diferentes, pues algunos confían y dependen de otros, mientras otros aportan poco. La información importante fluye frecuentemente por algunos vínculos, la información trivial por otros. Por lo que ampliamos nuestro modelo simple de grafo conectado para incluir no solo vínculos, sino también su "importancia". Imaginemos una cuerda gruesa y pesada entre algunos clavos y un hilo fino y liviano entre otros. Llamemos a la importancia, el grosor de cada cuerda, su peso. Entre conspiradores que nunca se comunican el peso es cero. La "importancia" de la comunicación a través de un vínculo es difícil de evaluar apriori, pues su verdadero valor depende del resultado de la conspiración (Perez, 2011)

 

En síntesis, en todos los lugares en donde se mueven intereses de poder se conspira y se actúa sigilosamente desde una perversa relación de amigos-enemigos. Nadie es tan intachable como para decir que jamás ha conspirado. Los más fieles conspiran mentalmente mientras se santiguan con agua bendita. Solo los inocentes sin pecado original residen permanentemente bajo cielos en donde todo es musical y bello. Quienes habitamos en espacios de gobernantes y gobernados, siempre tenemos a nuestro lado una conspiración, la que se hace más fuerte cuando es más perverso el poder establecido. El cura Meslier es un buen ejemplo para quienes han creído que el rostro es el espejo del alma; desconfiar y conspirar es el camino que queda. Por ello los conspiradores también pueden tener un conspirador tras sus espaldas.